Leyendas by AA. VV

Leyendas by AA. VV

autor:AA. VV. [AA. VV.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Aventuras, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-07-01T04:00:00+00:00


En ese momento, afortunadamente, la visión llegó a su fin.

Anduin volvía a estar frente al Profeta, y aunque luchó contra su impulso y estaba enfadado consigo mismo, rompió a llorar.

—No hay vergüenza alguna en lamentar semejante pérdida —dijo Velen con suavidad.

—¿Qué mundo era ese? ¿Cuándo pasó esto? —preguntó el Príncipe entre lágrimas.

—No sé su nombre. Sus habitantes no hablaban en modo alguno comprensible para nosotros, y ninguna de las razas mortales de este mundo había posado jamás sus pies allí. Yo lo llamo Fanlin’Deskor: Cielos Ámbar sobre Formidable Roca. Puesto que dudo que la Legión registre sus víctimas o siquiera se digne a recordarlas, es probable que nosotros seamos los únicos seres del universo que sepamos de su existencia.

—Qué triste —dijo Anduin.

—Sí. Si la Luz lo quiere, cuando se alcance la victoria definitiva, me sentaré sobre una torre construida en uno de los mundos perdidos, y como forma de penitencia tomaré nota de todos ellos.

—¿Penitencia? ¿Por qué? ¿Qué has hecho aparte de ayudar, Velen?

—Hace ya mucho que fracasé al intentar cambiar la senda de mis hermanos. Y la creación pagó el precio. —Velen hizo un gesto para dejar esa discusión a un lado y así poder volver al propósito de haber mostrado la visión a Anduin—. Lo que pretendía era hacerte ver las consecuencias de la derrota. Pese a todo lo terrible que ha demostrado ser el Cataclismo, pese al imponente enemigo que es Alamuerte, nuestra guerra es una lucha mucho más amplia. No defendemos un único mundo, sino todos ellos.

Anduin siempre sabía que sus clases estaban cerca de terminar cuando el Profeta volvía a su postura de meditación y observaba las energías del Trono. Mientras el Príncipe abría la puerta de la estancia y se disponía a marcharse, una última frase proveniente del Profeta lo siguió desde la habitación.

—Y, joven: es una carga terrible.

El tono carente de emoción de esas últimas palabras persiguió a Anduin durante el resto del día y bien entrada la noche. Estuvo dando vueltas, luchando contra el sueño que solía encontrar con facilidad. Cuando terminó por sucumbir, sus sueños llegaron de manera muy nítida y vívida.

Fuegos demoníacos y mundos rotos pasaban a toda velocidad por un negro cielo desprovisto de soles o lunas. Todas las luces del universo eran oscuras, como si las velas de un santuario se hubiesen apagado por el frío soplo del viento. Y sin embargo, por encima de la ausencia de luz, el silencio era lo más perturbador para Anduin. En un universo vivo no debería, no podía, reinar semejante quietud.

El primer pensamiento que le vino a la mente mientras observaba el fin de los días fue el de que no volvería a ver a su padre… ni tendría la oportunidad de salvar el abismo que entonces existía entre ellos. Y entonces, extendiendo esa idea con la empatía característica de su naturaleza, Anduin pensó en que ningún hijo en rincón alguno del universo podría ya decir a su padre que lo quería, o pronunciar las reconfortantes palabras de «lo siento». Más



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